A mis 52 años de vida

 

He llegado a 52 años de vida. Me veo al espejo y no lo niego, ya no existe la cara del adolescente que recuerdo, ni la cara del treintañero que un día tomo sus maletas y vino a Taiwán a estudiar.

 

Me veo y veo una cara más relajada de lo que yo esperaría con toda la presión que conlleva el emprender junto con mi esposa nuestra escuela de español y chino; con el sentimiento de estar lejos de la tierra que me vio nacer, lejos de mi familia y amigos; de estar en un país con otra cultura y otro idioma.

 

 

Hoy me han dicho que a pesar de que mi rostro aparente una tranquilidad envidiable, por dentro tengo un torbellino de emociones, ya sean alegrías o tristezas, no salen a la superficie, sino que se quedan dentro de mí.

 

Este día he tenido la oportunidad de compartir micrófono con un amigo que me invitó a su programa para para hablar sobre la educación y la inteligencia artificial. Estuvimos intercambiado nuestros puntos de vista y pude darme cuenta de que hablar sobre educación es un tema que me apasiona. 

 


 

Durante este año, hemos lanzado en la escuela una serie de cursos de español que han tenido buena recepción y se han llenado los grupos. Dios nos ha bendecido con un buen equipo de trabajo, personas de confianza que dan lo mejor de sí para desarrollarse como maestros.

 

Una de las frases que me gusta repetir es “la mente que estudia no envejece”, nunca se es demasiado viejo para aprender algo. Una vez me dijeron que era muy viejo para aprender piano, tomé clases y me tomé un par de videos tocando algo que me gustara. Me dijeron que era muy viejo para dejar un trabajo estable, dejé el trabajo y me fui al otro lado del mundo a estudiar una maestría, me quedé aquí y ahora tenemos nuestro propio negocio. Me dijeron que era muy viejo para graduarme de la universidad, hoy tengo una maestría, algunos diplomados y certificados de otros cursos que he tomado, además, hablo tres idiomas.

 

No hay edad para detenerse, con la tecnología actual, no hay excusa para no aprender algo nuevo. Si en vez de pasar horas jugando videojuegos, viendo videos, quejándose de todos o criticando a otros, pasáramos ese tiempo aprendiendo algo, leyendo algo, la vida sería diferente.

 

Hoy cumplo 52 años, tengo muchos sueños y metas por cumplir, muchas cosas que quiero aprender, muchas que quiero mejorar o cambiar. Sé que no avanzo a la velocidad que debería, pero estoy en el proceso de mejora, después de todo, la felicidad no está en la meta, sino en el proceso de vivir la vida.

 

Gracias Dios por estos 52 años de vida.


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