¡Yo soy normal, los otros son demasiado sensibles!

Nunca le hago daño a nadie, no ofendo a nadie, no critico a los demás, no sé porque la gente me dice lo contrario, deben estar locos, son una bola de sensibles y sentimentales que no se les puede decir nada. Yo estoy bien, no veo porque debería cambiar, no es mi culpa que ellos no hayan madurado.

Muchas veces nos hemos expresado de esa forma, muchas más veces de las que recordamos. Y aunque no lo hayamos dicho con esas palabras, lo hemos expresado con nuestras actitudes, hemos herido sentimientos y destrozado algunos corazones por el tan solo hecho de hacer una pregunta, el dar una mirada, hacer un comentario o un gesto. Está bien el preguntar, ver, decir o hacer pero debemos tener cuidado de la forma que lo hacemos. Los adultos damos una mirada asesina a la persona que nos molesta, efectivamente, los ojos hablan y expresan lo que con palabras sería muy difícil de decir. Lo peor de todo es que le damos este tipo de miradas a los niños cuando nos sentimos molestos por algo que estén haciendo y los niños aprenden desde temprana edad que ese tipo de miradas significan algo malo.

Recuerdo con mucha tristeza las veces que por un simple comentario hice sentir mal a alguien, las veces que por hacer una pregunta la otra persona se sintió ofendida y prefirió retirarse para no seguir sintiéndose mal. He tenido que disculparme más de una vez por mi actitud. Y eso cuando comprendo lo que he hecho o alguien me ayuda a darme cuenta de ello, imagino que hay más ocasiones en que lo he hecho y a la fecha sigo sin saberlo.

Quizás nuestros comentarios sean reales, nuestras dudas sean reales y los gestos genuinos, sin embargo así como una canción tocada a diferente ritmo suena diferente aun siendo la misma, decimos que es alegre o triste o aburrida. De igual forma debemos aprender como y cuando expresarnos para no sonar abusivos, demasiado críticos, como si estuviéramos humillando a los demás, sin tener ese aire de “yo lo habría hecho mejor”.

No es necesario ir a la universidad para aprender esto, conozco personas de todo nivel académico con este carisma y también quienes no lo tienen. Es cuestión de personalidad, de carácter.

Pero, ¿Cómo me doy cuenta que debo cambiar? ¿Alguna vez te has expresado con frases similares a las del primer párrafo? Yo si, muchas veces. Debo ser el primero en admitirlo. Cuando la gente prefiere alejarse de nosotros, cuando no nos es fácil hacer nuevas amistades, cuando decimos frases como “yo estoy bien, no necesito cambiar”, entonces hay una gran posibilidad que algo esté mal en nosotros. Solo venciendo nuestro propio orgullo podremos cambiar, claro que para eso debemos primero tener el deseo de cambiar.

No seremos perfectos, siempre cometeremos errores. Es una lucha diaria contra nosotros mismos.

Tal vez te interesen estas entradas