¿Cuál es tu sueño? ¿Sigue siendo el mismo de cuando eras niño?

Hablando con mi esposa del esfuerzo por seguir los sueños y de cómo estos han cambiado a lo largo de nuestras vidas, viendo hacia atrás en el tiempo y recordando mis sueños de niño, me vinieron una serie de recuerdos, emociones, anhelos e imágenes.

Recuerdo verme en el patio de mi casa soñando con ser médico, ayudando a las personas. Luego me di cuenta que los médicos no trabajan con gente feliz, todos los que los buscan llegan quejándose de sus dolencias, llorando y en ocasiones el médico debe dar malas noticias a los pacientes y/o familiares. Respeto mucho a los que se dedican a tan loable trabajo, pero decidí no seguir ese camino.

Siendo aún un niño, empecé a soñar con construir caminos, casas, edificios. Hacía caminos de tierra y con piedras y con los zapatos de mi padre construía casas de uno o dos niveles, con jardín, biblioteca y demás comodidades, considerando que todos los ambientes estuvieran iluminados. Claro que todo estaba en mi imaginación, pero era algo que yo podía ver con mi mente.

Poco a poco el sueño se modificó y soñé con ser un ingeniero, alguien que construyera cosas que fueran útiles y a la vez atractivas.

El tiempo pasó y por esos años de adolescencia salieron películas de computadoras. Entre las más famosas estaba STAR WARS (La guerra de las Galaxias, 1977). Eso me impactó y mi sueño de ser ingeniero se fue acercando a las computadoras. Hubo otra que me impresionó al ver el peligro de trabajar con computadoras sin tener la debida instrucción, WAR GAMES (Juegos de guerra, 1983). De ahí decidí estudiar computación.

Llegado el momento de estudiar el bachillerato, en Guatemala solo había más o menos cinco establecimientos que daban la carrera de computación, de los cuales solo uno era nacional y los demás privados. Debido a que tenía una beca del gobierno para estudiar, les dije a mis padres que quería estudiar en el instituto nacional. Al graduarme ingresé a la carrera de Ingeniería en Sistemas en la universidad nacional.

Estando en la universidad, avance hasta los cursos de segundo año de la carrera. Debido a razones ajenas al caso, debí trabajar a tiempo completo y deje la universidad por varios años, diez en total.

Estando trabajando me di cuenta que los ingenieros técnicos tienen facilidad para realizar sus trabajos pero no para comunicarse con los que tienen conocimiento de ingeniería. Al menos la mayoría de las personas que conocía así eran. Parecía que los ingenieros hablaran un lenguaje diferente a los demás y en las empresas se daban los roces constantes entre áreas debido a la mala comunicación.

Me di cuenta de la necesidad del enlace entre el área técnica y el área administrativa. Fue así como descubrí la importancia de la ingeniería industrial. Decidí que quería ser parte de ese enlace para ayudar a la comunicación entre áreas y elevar el rendimiento dentro de la empresa. Regresé a la universidad, hice el cambio de carrera y con esfuerzo logré culminar mis estudios de ingeniero industrial.

No todo fue color de rosa, para ese entonces trabajaba a tiempo completo y por las noches iba a la universidad. Cuando le cuento esto a mis amigos y estudiantes en Taiwán, se asombran que en Guatemala (e imagino que en otros países de Latinoamérica es igual), debemos trabajar a tiempo completo y estudiar en las noches, por los que no es tan fácil terminar la universidad en cinco años, normalmente invertimos más años.

Durante los años universitarios, pude ver que muchas cosas que enseñan en las universidades son las mismas que han enseñado por cinco, diez, quince o más años. Había por decirlo así, cosas que ya no se usaban, muchos maestros utilizaban copias que ya estaban amarillas de los años de uso. Aprendí que es necesario aprender, pero que también es necesario desaprender. Aunque los más difícil es reconocer lo que se debe desaprender.

Empecé a tener el sueño de enseñar cosas prácticas, cosas útiles, herramientas que en verdad le servirán a los futuros profesionales. Decidí estudiar una maestría en administración de empresas en Taiwán para mejorar y ampliar mis ideas. Como ingeniero tenía conocimientos técnicos pero me faltaba saber más del área administrativa.

En la maestría me encontré que la situación es igual en todas partes del mundo. Enseñan cosas no prácticas en muchos casos y una gran parte de los exámenes están diseñados para memorizar en lugar de aprender y analizar.

Estudiando inglés, luego chino y ahora japonés, veo que los métodos de enseñanza también son aburridos. Muchos establecimientos enseñan de forma que el alumno debe repetir lo que el maestro dice, no hay la suficiente práctica en diálogos, se basan en escuchar y escribir en lugar de hablar. Inician diciendo “mi nombre es …., soy de …, me gusta …”. ¿De qué sirve esto en la vida real? Lo más práctico es vocabulario que se pueda usar para hacer algo como comprar, vender, viajar, preguntar por información. Luego se puede ir por presentarse.

Ahora me dedico a enseñar idioma español. Muchos me preguntan qué pasó con mis sueños, pero la verdad es que todos están ahí. Ayudo a los estudiantes a comunicarse de forma efectiva, a que vean aprender no es un proceso aburrido, que puede ser divertido y práctico. Sobre lo de ser médico, bueno la verdad es que tengo alumnos que me han tomado confianza y me cuentan sus problemas. Muchos amigos me buscan para pedir consejo o solo para saber mi opinión. Así que en alguna forma soy una clase de médico….

Como ingeniero, con mi esposa manejamos nuestra pequeña escuela, ya va creciendo de a poco gracias a Dios. Manejamos las cuentas por Excel, hacemos proyecciones de ingresos y gastos, la publicidad la manejamos por Internet, entiéndase Facebook, Google Sites, Youtube, Line, etc. Aplicamos SEO básico y nos ha dado buen resultado.

Así que ahora hay una combinación de médico, consejero, ingeniero, empresario, educador. Como un revolucionario, buscando como mejorar y cambiar las cosas. Tratando de hacer una diferencia. Aprendiendo y desaprendiendo.

Todo me ha traído hasta aquí. Dios ha guiado mis pasos de forma a veces incomprensible para mí, pero sigo confiando que Él hará lo mejor con nuestras vidas.

Y tú que has leído pacientemente hasta esta línea, ¿Cuál es tu sueño?

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